Psicóloga Infantil, Juvenil y Familias – Disciplina Positiva
Desde hace más de 13 años me dedico a acompañar en psicoterapia a familias, niñ@ y adolescentes. Continuamente estoy formándome para actualizar y aumentar mis herramientas y conocimientos.
Soy licenciada en Psicología, especializada en Psicología del Niño y el Adolescente en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona (UAB). Acreditada para realizar actividades Sanitarias y colegiada.
La psicoterapia la dirijo hacia la creación de un marco de confianza y comprensión donde la persona pueda conocerse y potenciar las habilidades necesarias para crecer personalmente y afrontar las dificultades que se le presentan. Desde una perspectiva y visión en apego, heridas emocionales, trauma y acontecimientos estresantes.
Realizo un acompañamiento en la función parental y crianza promoviendo comprender las gestiones emocionales y conductuales tanto propias como del hij@, para que podáis ganar confianza en vosotros mismos y realizar una educación comprensiva, amable y respetuosa. Teniendo en cuenta las heridas propias que llevamos y observando cómo nos están influenciando en la crianza.
Me baso en los principios de la disciplina positiva y con la intención de fomentar un apego seguro, mejorando la comprensión, la conexión y la comunicación familiar.
La intervención es global, tengo en cuenta la familia y la escuela.
Puedes ver mi perfil profesional en Linkedin.
En mi vida personal disfruto de la naturaleza, me gusta el deporte y realizo actividades como: yoga, meditación y canto.
Mis últimas formaciones son:
Educamos con nuestras palabras, con lo que hacemos, con el amor que nos tenemos a nosotros mismos y a los demás. Educamos con nuestro afecto, pero también con nuestros silencios, nuestros prejuicios y nuestra manera de expresar (o reprimir) los sentimientos.
Porque educar también es acompañar en lo emocional, es enseñar empatía y respeto. Y hoy más que nunca, esto incluye también cómo hablamos de la sexualidad.
Con el acceso tan fácil a las nuevas tecnologías, muchos niños y niñas, incluso desde los 6 años, pueden acabar viendo escenas de contenido pornográfico sin querer. Basta que uno lo vea —a menudo por accidente— para que lo comparta con otros, impulsado por la curiosidad típica de la infancia.
A estas edades, su cerebro y su mundo emocional aún no están preparados para comprender ni procesar este tipo de imágenes. Lo que ven, lo repiten o lo imitan como si fuera un juego, sin comprender el contexto, el consentimiento ni las implicaciones afectivas. Esto puede dar lugar a conductas sexualizadas entre iguales que no se viven como agresión, pero que pueden romper la intimidad, el respeto y la vivencia sana del cuerpo propio y del ajeno.
Por eso es tan importante que la educación sexual empiece en casa, desde bien pequeñitos, y esté basada en el afecto.
Hablar de partes íntimas, de intimidad, del cuerpo, de la reproducción, del consentimiento, de los secretos buenos y malos… y también, cuando llegue el momento, del porno.
El porno no es una herramienta educativa. No refleja relaciones reales, ni saludables, ni igualitarias. No enseña amor, ni placer compartido, ni consentimiento. No transmite valores, ni ética, ni afectividad.
Si queremos que nuestros hijos e hijas vivan su cuerpo, su deseo y sus relaciones desde el respeto, la libertad y la alegría, necesitamos acompañarlos desde el principio. Porque educar en sexualidad es, sobre todo, educar en afecto y en humanidad.