Psicóloga Infantil, Juvenil y Familias
Hola, soy psicóloga y llevo más de 13 años acompañando a familias, niños, niñas y adolescentes en procesos terapéuticos.
Me gusta seguir formándome constantemente para tener más herramientas y seguir creciendo como profesional.
Estudié Psicología en la UAB y me especialicé en Psicología del Niño y del Adolescente en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Estoy acreditada para realizar actividades sanitarias y estoy colegiada.
Mi forma de trabajar se centra en ofrecer un espacio de confianza, donde cada persona pueda sentirse escuchada y comprendida, y a la vez descubrir sus propios recursos. Mi mirada está muy ligada al apego, al trauma y a esas heridas emocionales que la vida nos deja.
También acompaño a madres y padres en la aventura de la crianza: entender mejor las emociones y conductas de sus hijos e hijas… y también las propias. La idea es fortalecer la confianza como referentes y educar desde una base respetuosa, amable y comprensiva. Porque cada uno tiene su propia historia, y esa historia influye en cómo criamos.
Me inspiran los principios de la Disciplina Positiva y el deseo de ayudar a crear vínculos seguros, mejorar la conexión familiar y favorecer una comunicación más cercana.
Siempre tengo en cuenta tanto el contexto familiar como el escolar, porque forman parte del universo del niño o la niña.
Un poco sobre mí
Me encanta estar en la naturaleza, hacer deporte, cantar, practicar yoga y meditación.
Algunas de las formaciones que he hecho recientemente
«No camines delante de mi, puede que no te siga, no camines detrás de mi, puede que no te guíe. Camina junto a mi y sé mi amig@» Albert Camus
«Lo que te prohibieron, lo que no te dieron, lo que te obligaron a aceptar y lo que te arrebataron crean tu carácter» Albert Espinosa
«La belleza de lo simple e imperfecto» Principio wabi sabi
Educamos con nuestras palabras, con lo que hacemos, con el amor que nos tenemos a nosotros mismos y a los demás. Educamos con nuestro afecto, pero también con nuestros silencios, nuestros prejuicios y nuestra manera de expresar (o reprimir) los sentimientos.
Porque educar también es acompañar en lo emocional, es enseñar empatía y respeto. Y hoy más que nunca, esto incluye también cómo hablamos de la sexualidad.
Con el acceso tan fácil a las nuevas tecnologías, muchos niños y niñas, incluso desde los 6 años, pueden acabar viendo escenas de contenido pornográfico sin querer. Basta que uno lo vea —a menudo por accidente— para que lo comparta con otros, impulsado por la curiosidad típica de la infancia.
A estas edades, su cerebro y su mundo emocional aún no están preparados para comprender ni procesar este tipo de imágenes. Lo que ven, lo repiten o lo imitan como si fuera un juego, sin comprender el contexto, el consentimiento ni las implicaciones afectivas. Esto puede dar lugar a conductas sexualizadas entre iguales que no se viven como agresión, pero que pueden romper la intimidad, el respeto y la vivencia sana del cuerpo propio y del ajeno.
Por eso es tan importante que la educación sexual empiece en casa, desde bien pequeñitos, y esté basada en el afecto.
Hablar de partes íntimas, de intimidad, del cuerpo, de la reproducción, del consentimiento, de los secretos buenos y malos… y también, cuando llegue el momento, del porno.
El porno no es una herramienta educativa. No refleja relaciones reales, ni saludables, ni igualitarias. No enseña amor, ni placer compartido, ni consentimiento. No transmite valores, ni ética, ni afectividad.
Si queremos que nuestros hijos e hijas vivan su cuerpo, su deseo y sus relaciones desde el respeto, la libertad y la alegría, necesitamos acompañarlos desde el principio. Porque educar en sexualidad es, sobre todo, educar en afecto y en humanidad.